Prepárate para el domingo

Domingo, 23 de Junio de 2024

XII Domingo Ordinario

 

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23 de junio de 2024

12º Domingo del Tiempo Ordinario

 

Por lo regular, cuando una persona está en problemas serios, tiende a sentirse sin rumbo y perdida. Estar en medio de la tormenta de la vida conlleva a tomar el timón y guiar hacia la calma. Pero, ¿Cómo hacerlo? ¿A quién dirigirnos? En el Evangelio de hoy, los discípulos estuvieron en medio de una fuerte tormenta y se asustaron, y llenos de miedo despiertan a Jesús. Enseguida vienen las preguntas: “Maestro ¿no te importa que nos hundamos? Él entonces se despertó. Se encaró con el viento y dijo al mar: Cállate, cálmate”. El viento se apaciguó y siguió una gran calma. Después les dijo: ¿Por qué son tan miedosos? ¿Todavía no tienen fe? (Marcos 4:38-40).

El susto de los discípulos, primero, de morir ahogados, y seguido, de ver quien era Jesús que hasta el viento y el mar le obedecían. Y Jesús, sorprendido de su falta de fe, a pesar de estar junto a él, les reprende su falta de confianza en Dios. Nosotros, también, hemos estado en situaciones difíciles en nuestra vida. El miedo y la incertidumbre al perder un ser querido, el trabajo, el de emigrar a otro país dejándolo todo. Pero, si creemos en Jesús, debemos de mantener siempre viva la esperanza, porque toda nuestra vida, queramos o no, está en manos de Dios. ¿De qué nos puede reprender Jesús ahora? ¿Cuáles son mis miedos más apremiantes? Sea lo que sea, que nunca cese nuestra oración, porque al orar, Dios vendrá en nuestro auxilio y todo tipo de situaciones tormentosas serán manejables.

©LPi

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Santa Faustina

 

Santa Faustina (1905-1938) nació como Helena Kowalska en Polonia en una familia pobre con diez hijos. Eran devotamente católicos, y ella sintió un llamado a la vida religiosa a los siete años, al orar frente a la Eucaristía expuesta. A pesar de querer convertirse en hermana tan pronto como terminara sus estudios, la enviaron a trabajar como ama de llaves para ayudar a mantener a la familia.

Cuando tenía 18 años, tuvo una visión de Jesús sufriendo y, en la visión, Jesús le preguntó cuánto tiempo seguiría postergando el ingreso a la vida religiosa. Decidió, en ese momento, viajar a Varsovia e ingresar en la Congregación de las Hermanas de Nuestra Señora de la Merced. Al ingresar a la Congregación tomó el nombre de Sor María Faustina.

Durante sus 13 años en la Congregación, Sor Faustina experimentó y registró extraordinarias revelaciones de Jesús. Registró estas experiencias y mensajes en cuadernos que más tarde se conocieron como el Diario de Santa María Faustina Kowalska. En estos escritos, ella revela a Jesús pidiéndole que proclame el amoroso mensaje de Dios de la Divina Misericordia.

Paralelamente a sus escritos, Sor Faustina también experimentó muchos fenómenos milagrosos. Hay historias de ella experimentando estigmas ocultos, bilocación, profecía y la capacidad de leer en las almas humanas. A pesar de estos sucesos, ella sostuvo que los acontecimientos milagrosos eran simplemente “adornos” para el alma y que su verdadera santidad provenía de su profunda relación con Jesús y del deseo de hacer la voluntad de Dios.

Después de su muerte a los 33 años, sus escritos sobre la Divina Misericordia provocaron un gran movimiento en la iglesia católica mundial con un fuerte enfoque en la Misericordia de Cristo y cómo extender esa misericordia a los demás. El Papa San Juan Pablo II la llamó “la gran apóstol de la Divina Misericordia en nuestro tiempo.” Santa Faustina, ¡ruega por nosotros!

© LPi

La Tormenta Perfecta

Por Colleen Jurkiewicz Dorman

 

Estoy escribiendo esto un sábado por la mañana. Los sábados son mis días de escritura, cuando mi marido se hace cargo de los niños y de la casa y yo desaparezco en la oficina con una enorme taza de café y unos auriculares con cancelación de ruido. Los sábados son sagrados, si es que se puede llamar sagrado al trabajo.

Pero el sábado por la mañana es también el único momento en el que puedo confesarme constantemente. Cada vez que se ofrece el sacramento en mi área durante la semana, parece que tengo compromisos inevitables, pero el sábado por la mañana, todo lo que tengo es trabajo, y ¿cómo puedo permitir que el trabajo esté antes que el sacramento, por mucho que en secreto lo desee?

He pasado mucho tiempo amargada por esto, porque simplemente no es conveniente tener que sacar tiempo del trabajo para correr al otro lado de la ciudad, especialmente cuando llego y hay una cola. Me siento allí en el santuario, esperando mi turno, mirando el reloj, hirviéndome, preocupándome. Obsesionándome por olvidar uno de mis pecados. Pensando en cuánto trabajo tengo cuando llegue a casa.

Sábados por la mañana: a veces lo llamo mentalmente una tormenta perfecta.

Aunque sigo adelante. Nunca me levanté y corrí de regreso a mi escritorio. Llego al confesionario y balbuceo mi patética lista y recibo la absolución. Luego voy ante el sagrario para realizar mi penitencia.

Es mientras estoy arrodillada allí que sucede. Siempre. Dios despierta y grita en lo más profundo de mi corazón: “¡Silencio! ¡Estate quieta! ¿Por qué estás aterrorizada? ¿Aún no tienes fe?”

Después de enseñar todo el día a la orilla del mar, Jesús pide a sus discípulos que lo aparten de la multitud. Quiere escapar del ruido, del clamor, de la inquietud. Pero el clamor lo sigue, porque el mundo está lleno de él. Las tormentas surgen dondequiera que vayamos.

Jesús duerme durante la tormenta, porque comprende lo que los discípulos no entienden: las tormentas del mundo no pueden hacernos daño. Son sólo una cantidad limitada de ruido.

“¿Quién es éste, a quien hasta el viento y el mar obedecen?” — Marcos 4:41

©LPi

Misa Dominical en Español


Misa de Vigilia el Sábado a las 7:00 pm

 Misa Dominical a las 12:30 pm y 7:00 pm

 

La misa se transmite en vivo todos los domingos

8:00 am Misa Tradicional en Latín

9:30 am Misa en Inglés

12:30 pm Misa en Español

 

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