Cinta Negra en Artes Marciales Ahora Luchando Por Su Fe

February 6, 2023 - 3:08pm
Stephanie   Blog
La Historia Sagrada de Stephanie Frausto

Stephanie era una luchadora enjaulada competitiva, atrapada en un mundo donde su cuerpo era como un producto para vender. Después de perder varias peleas, clamó a Dios por ayuda. Él respondió, y ahora ella está dedicada a una disciplina de oración para luchar por su recuperación y su fe.

 

Háblame de las artes marciales mixtas.

Bueno, anteriormente yo era una artista competitiva en el campo de artes marciales mixtas (Mixed Martial Arts, MMA, por sus siglas en ingles).  Básicamente, es un deporte de combate y contacto completo basado en golpes, agarres y peleas en el piso, utilizando varias técnicas de deportes de combate de todo el mundo. Solía ​​competir en peleas de jaulas y tengo un cinturón negro en jiu-jitsu brasileño. También he ganado algunos títulos. Actualmente, soy entrenadora de Muay Thai (boxeo tailandés) para niños; es el kickboxing tradicional en Tailandia el cual se desarrolla de pie por medio de golpes con técnicas combinadas de puños, codos y rodillas para tirarlos al suelo, o podemos atrapar sus patadas en el aire o barrer sus pies debajo de ellos.

 

¿Cómo describirías tu relación con Dios como una luchadora?

Supongo que las veces que quizás hubiera hablado con Dios hubiera sido antes de las peleas o durante las bajas de peso; esos eran los momentos en que me sentía aterrorizada. A menudo recibía golpes en la cara de otras muchachas que tenían una apariencia amedrentadora; muchas de ellas más altas y más grandes que yo. Una baja de peso es cuando tratas de pesar lo menos posible y para lograrlo, sacas el agua del cuerpo con calor; básicamente te deshidratas. Si te pasas del peso límite ya no podrás pelear y hay mucho estrés y mucha presión para mantener el peso. En una ocasión, esta pérdida de peso realmente llevó mi cuerpo al límite y sólo pensaba "¡Ya no puedo hacer esto!" pero no sabía cómo decir no; sentí que me iba a morir, y se me ocurrió rezar, pero no sabía cómo. Empecé a rezar el Padre Nuestro y sentí la inmensa presencia de Dios y su paz; sentí que me decía que el estaba allí, conmigo; me dio escalofríos. Mirando hacia atrás, ese fue un momento decisivo para mí.

 

¿Esa experiencia te hizo querer saber más acerca de Dios?

No de inmediato; hubo muchos momentos similares; fue más tarde, después de haber perdido tres peleas seguidas. En la primera, me dejaron inconsciente; en la siguiente mi oponente era más grande, mejor, más rápida, más fuerte y simplemente me dominó con todo lo que tenía. Pero me siguieron metiendo a pelar y yo acepté. Luego, en la última pelea, fue como si ni siquiera estuviera en mi propio cuerpo; sentí que me estaba viendo a mí misma desde otro lugar mientras recibía una paliza. Recuerdo estar de vuelta en el vestuario llorando y clamando a Dios y en mi mente fue como si pude escuchar su respuesta “estás bien, estás conmigo." Entonces supe que volvería a Él y a su iglesia. Quiero decir, me gustaría decir que lo hice de inmediato, pero no fue así, sin embargo, seguí siendo atraída hacia Él. Mira, en la industria de las peleas, hay muchas personas abusivas y también, yo estaba en una relación abusiva con alguien. Habian muchos líos que desenredar, pero Dios no me dejó sola.

 

¿Cómo iniciaste tu camino de regreso a la Iglesia?

Bueno, comencé a volver a la iglesia con mi mamá, pero al comienzo lo hice por ella, para que no estuviera sola. Sin embargo, poco a poco, algo cambió y luego yo también iba por mí misma. Un domingo por la noche, me puse a leer un libro que decía cosas interesantes sobre la salud mental y cómo puedes exponerte a la influencia diabólica si no estás cerca de Dios. Le pregunté a mi mamá si tenía una copia extra, ¡y así fue! Luego ella comenzó a darme todas estas cosas: un catecismo, un rosario, tarjetas de oración, un escapulario [risas….] De repente, mi mamá se volvió completamente católica como si hubiera estado esperando que yo se lo pidiera; se puso muy feliz.  Entre otras cosas, me contó que se avecinaba una conferencia con Jesse Romero, el autor del libro. Resulta que Jesse es un ex campeón de kickboxing de peso mediano de EE. UU., de modo que fue una conexión instantánea. Usó un lenguaje que me era familiar para explicar la guerra espiritual y por supuesto tenía sentido.

 

¡Qué conexión! ¿Cómo estuvo la conferencia?

Fue un cambio de vida; uno de los oradores fue el padre Chad Ripperger quién dio una presentación muy interesante y académica. En general, yo no hubiera sido capaz de entender a alguien así; yo no fui a la universidad y los profesores me aburrían un poco, pero ahí estaba yo, tomando notas todo el tiempo. Usó tantas palabras grandilocuentes, y yo pensaba, "¡Voy a tener que buscar eso más tarde!" Siguió hablando de los mandamientos, pero sin decir cuáles eran los mandamientos y como yo no los conocía, tuve que ir a buscar los Diez Mandamientos. Hizo hincapié en la importancia de una vida de oración disciplinada porque hay una batalla espiritual en juego y la oración es lo único con lo que podemos protegernos. Pensé en toda la negatividad y el abuso en mi vida, y el papel que juega el diablo en todo eso y sus palabras tuvieron sentido para me.  Desde entonces comencé un protocolo, una disciplina de oración.

 

¡Tienes un nuevo tipo de entrenador!

¡Si, más o menos! Empecé a rezar el Ángelus a las seis de la mañana, al mediodía y a las seis de la tarde y por la noche rezo el Acto de Contrición; también rezo el rosario todos los días, los cuatro conjuntos de misterios. Fue muy difícil, porque no me gusta madrugar, pero puse la alarma; me dije: “¿sabes? esto es realmente difícil, pero si puedes hacerlo. Si quieres que estas cosas malas dejen de suceder en tu vida, entonces tienes que hacerlo. ¡Si quieres mejorar, hazlo!” Pero cuando comencé a orar, comenzaron a suceder muchas cosas aterradoras.

 

¿Cómo qué?

Una vez estaba orando y escuché que algo arañaba mi puerta. No había nada allí, y mi perro estaba acostado en su cama roncando. En otra ocasión estaba rezando el Rosario y pude sentir una presencia moviéndose frente a mi cara como si estuviera tratando de hacer que dejara de rezar. Después de la segunda década, desapareció y me sentí en paz. El Padre Chad dice que Dios permite que estas cosas sucedan en tu vida para acercarte a Él y fortalecer tu fe; lo vi como una señal del diablo tratando de hacer que me detuviera, ¡así que no lo hice!

 

¿Qué ha cambiado para ti?

En el mundo de las peleas de mujeres debes de exhibir tu cuerpo para conseguir mejores oportunidades. Si mueves tu trasero en Instagram la gente querrá ir a verte pelear. Si no lo haces, te ignoran. Yo no quería hacerlo, quería que mis habilidades hablaran por sí mismas pero mis entrenadores decían que yo actuaba como una mojigata y ese no era el momento para eso.  Me presionaron. En el fondo yo sabía que ese ambiente y todo lo que me habían hecho y lo que me pedían que hiciera todos los días no estaba bien.  Lo que ahora ha cambiado es que yo estoy escuchando esa vocecita que me guía, estoy sanando y defendiéndome en mi fe. Ya no estoy peleando, y rompí con el chico con el que estaba. Todavía estoy luchando mucho, pero está mejorando; Dios me está mostrando un camino hacia la paz, la dignidad y la humildad.

 

Parece que estás avanzando.

Sí, me estoy preparando para recibir el Sacramento de la Confirmación y realmente lo disfruto. Estoy constantemente aprendiendo, tratando de descubrir cual será mi próximo paso y hacia dónde quiere Dios que vaya. Estoy pensando en otras carreras para el futuro, solo sé que no quiero pelear más.

 

Bueno, estás luchando de una manera diferente.

Sí, supongo que estoy luchando por mi camino de regreso a Dios, por mi propia paz y me siento mucho más protegida. Um, todavía tengo adicciones a ciertas cosas, y estoy trabajando para vencerlas diariamente. Creo que fue Santo Domingo quien dijo algo así como:  “o vas a dejar el pecado o vas a dejar el Rosario. ¡Así que sigo rezando el Rosario!” Soy realmente bendecida.

 

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